Independiente es la felicidad en Avellaneda. Sí, el Rojo se quedó con el primer clásico ante Racing desde su regreso a Primera. Después de arrancar perdiendo con gol de Milito, en una ráfaga lo dio vuelta con gritos de Penco y Mancuello. Un triunfo para celebrar. Rapallini, flojo.
Los clásicos se ganan, dicen. Y eso fue lo que hizo Independiente frente a Racing: ganó. Y el mérito no fue sólo el hecho de haber cosechado el triunfo, además tuvo la fuerza de reponerse de ese gol de Diego Milito y en una ráfaga de dos minutos pasó de perder 1-0 a conseguir una victoria 2-1 gracias a los tantos de Penco y de Mancuello. Y la diferencia en el derby de Avellaneda no pasó una cuestión de actitud, coraje o valentía, si no de juego. Ojo, los de Almirón no representaron el paladar histórico de sus hinchas, pero con poco le alcanzó para ser más que sus primos. Y sacó -mucha- ventaja en las pelotas paradas. Ese fue el fuerte de uno y la debilidad del otro. Párrafo aparte para el arbitraje de Rapallini...
Racing fue el primero en hacerse protagonista del partido. Independiente le cedió la pelota y lo esperó. Ahí fue que Centurión desbordó por izquierda, asistió a Milito en el área chica (Tula dio el paso adelante y quedó expuesto) y el Príncipe le dio un pase a la red. Letal. El Rojo empezó a adelantarse y fue a buscar. ¿Cómo? Con pelota parada, primero: centro pasado de Mancuello, la defensa se quedo mirando y Penco apareció por atrás, solito, para poner el 1-1. Segundos después, el Rolfi mete un centro al corazón del área, mala salida de Saja, anticipo de Mancuello para dar vuelta el resultado.
Con la ventaja, lo que hizo Independiente fue defenderla con uñas y dientes. Quizá hasta regalando mucha cancha y y arriesgando por demás, pero la apuesta le salió bien. Y apeló a la pelota quita para atacar a Racing. Tiro libre de Mancuello, salvó Saja. Cabezazo de Tula, salvó Saja. Testazo de Cuesta, salvó Saja. ¿Qué hacía Racing? Cuando pasó el sofocón, fue por el empate. Pero con la salida de Milito, el equipo deCocca se quedó sin presencia en el área. Perdió a su referencia (flojito Bou, su reemplazante). Perdió vértigo, también. No tuvo un tipo que elaborara, que fuera la gestación de juego. La academia atacaba pero a los tumbos. Haciendo lo que podía como podía. Racing se desmoronó cuando se fue Milito.
Flojito lo de Rapallini. El clásico le quedó grande. Porque no hubo falta de Milito en esa infracción que cobró y terminó en el 1-1. Porque Tula se tendría que haber ido expulsado por ese tremendo codazo a Centurión. Porque no cobró ese penal por el tremendo agarrón de Grimi a Penco. Porque Hauche fue con la plancha ante Mancuello, quien también puso la piernita alta, y siga siga...
Pero excusar la derrota de Racing por los fallos arbitrales sería un grave error. A la Academia le falta juego, alguien que lo haga jugar, que meta un pase gol, una pelota profunda, que cree. Además no puede cometer esos errores defensivos que le terminan costando caro.
Independiente no fue una maravilla. Pero logró ser más astuto en las dos áreas. Por eso ganó y festeja. Por eso se quedó con el primer clásico de Avellaneda en su vuelta a Primera y lo celebra al Rojo vivo.