Tras ceder ante Europa, Tsipras pugna ahora por convencer a Grecia
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, quedó hoy frente al formidable desafío de tener que conseguir la urgente aprobación del Parlamento al durísimo ajuste que aceptó para poder recibir un nuevo "rescate" financiero de la eurozona, algo que podría provocar la caída de su gobierno y forzar elecciones anticipadas.
Tras alcanzar el acuerdo con sus pares de la eurozona en Bruselas, el premier izquierdista, electo en enero con la promesa de poner fin a años de ajustes, regresó hoy a Atenas para convencer al ala más dura de su partido, que criticó el pacto como el más "humillante" de los tres rescates que recibió Grecia desde 2010.
Con cerca de la quinta parte de los legisladores de su partido Syriza y su socio menor de coalición dispuestos a oponerse al nuevo acuerdo, el ex comunista Tsipras, de 40 años, seguramente necesitará de los votos de partidos de la oposición para aprobar los ajustes y así poder recibir el nuevo rescate.
Primero, sin embargo, Tsipras deberá lograr que el Parlamento apruebe, este miércoles, una suba de impuestos, un achicamiento del sistema jubilatorio, una flexibilización laboral y una estrecha supervisión internacional, medidas esencialmente iguales a las rechazadas este mes por los griegos en un referéndum.
Más polémico aún, Grecia deberá identificar activos estatales para ser privatizados por 50.000 millones de euros e introducirlos en un fondo que será administrado por Atenas pero bajo supervisión de los acreedoras europeos. Desde 2010, las privatizaciones que hizo Grecia sumaron 5.400 millones de euros.
En declaraciones a periodistas en Bruselas al abandonar la cumbre de la eurozona, Tsipras dijo que libró una "batalla justa" para alcanzar un acuerdo que evitará la temida salida de Grecia del euro ("Grexit") y permitirá al país financiarse hasta 2018, y predijo que "la gran mayoría del pueblo apoyará este esfuerzo".
"Las medidas inevitablemente generarán tendencias recesivas", pero "el paquete de crecimiento, la reestructuración de la deuda y la financiación asegurada para los próximos tres años significan que el 'Grexit' ya es pasado", señaló, citado por la agencia de noticias Europa Press.
Sin embargo, tras renegar de sus promesas de campaña para poder mantener a Grecia en el euro y evitar un retorno a su antigua moneda y una masiva devaluación, los días en su actual cargo de premier del popular político que hasta ayer era la estrella de la izquierda anti ajuste europea podrían estar contados.
La Plataforma de Izquierda, un sector minoritario pero influyente de Syriza liderado por el actual ministro de Energía, el euroescéptico Panagiotis Lafazanis, denunció el acuerdo como "humillante para Grecia y para el pueblo griego".
Se trata del "pero acuerdo posible (...), que mantiene el estatus del país: una colonia endeudada en una Unión Europea gobernada por Alemania", agregaron, en alusión a que el gobierno alemán, principal acreedor de Grecia, fue quien llevó la voz cantante durante los seis meses que duraron las negociaciones con Atenas.
El ministro de Trabajo, Panos Skourletis, quien fue vocero de Tsipras, predijo hoy que el gobierno perderá su mayoría parlamentaria y deberá convocar a elecciones antes de fin de año.
El funcionario planteó sumar a diputados de la oposición para sacar adelante las reformas acordadas con la eurozona o incluso un gobierno de unidad nacional y en ese marco, previó la posibilidad de que se "celebren elecciones antes de que concluya 2015".
Además, el socio menor de Syriza en el gobierno, los Griegos Independientes, anunció hoy que no apoyará el acuerdo, aunque aclaró que no dejará el oficialismo ni se sumará a una administración de unidad nacional.
Según la prensa griega, Tsipras consideraba reestructurar su gabinete para reemplazar a Lafazanis y a algunos otros ministros reacios a aceptar el acuerdo.
El premier ya sufrió un serio revés en el Parlamento el sábado pasado, cuando 17 de los 149 diputados de Syriza votaron en contra de mandatar a Tsipras a negociar con los acreedores, algo que no obstante logro pero por el apoyo de la oposición.
Además, un grupo de legisladores de Syriza que sí lo mandataron dijo que no aprobará más medidas de ajuste.
Tsipras podría invocar un código de conducta firmado por los legisladores de su partido que los llama a entregar sus bancas a Syriza en caso de desacuerdos con la política del gobierno.
Pero el vicepresidente del Parlamento, Alexis Mitropoulos, advirtió que las facciones disidentes tienen un gran peso e influencia en el partido como para ignorarlos o forzarlos a transigir.
"La facción en desacuerdo es cofundadora del partido y la segunda más poderosa. No veo que estos cuadros vayan a echarse atrás, y no se los puede amenazar para hacerlos renunciar", agregó.
El rechazo trascendió a la clase política y se extendió a los gremios.
La confederación de sindicatos del sector público de Grecia (ADEDY) convocó hoy una huelga de 24 horas para el próximo miércoles, la primera que enfrentará Tsipras desde su llegada al poder, en protesta contra el acuerdo, el mismo día en que está prevista su votación en el Parlamento.
En Bruselas, el premier griego insistió en que Grecia "evitó las medidas más extremas", destacando que lo acordado es más leve que lo rechazado en el referéndum del 5 de julio y que se opuso a que los activos estatales griegos a privatizar quedaran en un fondo fuera del país.
"Cualquiera que sea la carga que tengamos que soportar, será distribuida con justicia social. Esta vez, esa carga recaerá sobre la oligarquía que llevó al país a la situación actual", cuyos integrantes la vinieron eludiendo, muchas veces "protegidos por los gobiernos precedentes".
Tsipras deberá lograr que el Parlamento apruebe, este miércoles, una suba de impuestos, un achicamiento del sistema jubilatorio, una flexibilización laboral y una supervisión internacionalTras maratónicas negociaciones en Bruselas, los países del euro, principales acreedores de Grecia, dieron ayer luz verde a un rescate a tres años por 86.000 millones de euros, un paquete de inversiones por 35.000 millones de euros, financiación para los bancos griegos y una vaga promesa de alivio de la deuda.
Primero, sin embargo, Tsipras deberá lograr que el Parlamento apruebe, este miércoles, una suba de impuestos, un achicamiento del sistema jubilatorio, una flexibilización laboral y una estrecha supervisión internacional, medidas esencialmente iguales a las rechazadas este mes por los griegos en un referéndum.
Más polémico aún, Grecia deberá identificar activos estatales para ser privatizados por 50.000 millones de euros e introducirlos en un fondo que será administrado por Atenas pero bajo supervisión de los acreedoras europeos. Desde 2010, las privatizaciones que hizo Grecia sumaron 5.400 millones de euros.
En declaraciones a periodistas en Bruselas al abandonar la cumbre de la eurozona, Tsipras dijo que libró una "batalla justa" para alcanzar un acuerdo que evitará la temida salida de Grecia del euro ("Grexit") y permitirá al país financiarse hasta 2018, y predijo que "la gran mayoría del pueblo apoyará este esfuerzo".
"Las medidas inevitablemente generarán tendencias recesivas", pero "el paquete de crecimiento, la reestructuración de la deuda y la financiación asegurada para los próximos tres años significan que el 'Grexit' ya es pasado", señaló, citado por la agencia de noticias Europa Press.
Sin embargo, tras renegar de sus promesas de campaña para poder mantener a Grecia en el euro y evitar un retorno a su antigua moneda y una masiva devaluación, los días en su actual cargo de premier del popular político que hasta ayer era la estrella de la izquierda anti ajuste europea podrían estar contados.
La Plataforma de Izquierda, un sector minoritario pero influyente de Syriza liderado por el actual ministro de Energía, el euroescéptico Panagiotis Lafazanis, denunció el acuerdo como "humillante para Grecia y para el pueblo griego".
Se trata del "pero acuerdo posible (...), que mantiene el estatus del país: una colonia endeudada en una Unión Europea gobernada por Alemania", agregaron, en alusión a que el gobierno alemán, principal acreedor de Grecia, fue quien llevó la voz cantante durante los seis meses que duraron las negociaciones con Atenas.
El ministro de Trabajo, Panos Skourletis, quien fue vocero de Tsipras, predijo hoy que el gobierno perderá su mayoría parlamentaria y deberá convocar a elecciones antes de fin de año.
"Cualquiera que sea la carga que tengamos que soportar, será distribuida con justicia social. Esta vez, esa carga recaerá sobre la oligarquía que llevó al país a la situación actual""Ahora mismo está en cuestión la mayoría gubernamental", advirtió Skourletis en declaraciones a la cadena estatal ERT.
Alexis Tsipras
El funcionario planteó sumar a diputados de la oposición para sacar adelante las reformas acordadas con la eurozona o incluso un gobierno de unidad nacional y en ese marco, previó la posibilidad de que se "celebren elecciones antes de que concluya 2015".
Además, el socio menor de Syriza en el gobierno, los Griegos Independientes, anunció hoy que no apoyará el acuerdo, aunque aclaró que no dejará el oficialismo ni se sumará a una administración de unidad nacional.
Según la prensa griega, Tsipras consideraba reestructurar su gabinete para reemplazar a Lafazanis y a algunos otros ministros reacios a aceptar el acuerdo.
El premier ya sufrió un serio revés en el Parlamento el sábado pasado, cuando 17 de los 149 diputados de Syriza votaron en contra de mandatar a Tsipras a negociar con los acreedores, algo que no obstante logro pero por el apoyo de la oposición.
Además, un grupo de legisladores de Syriza que sí lo mandataron dijo que no aprobará más medidas de ajuste.
Tsipras podría invocar un código de conducta firmado por los legisladores de su partido que los llama a entregar sus bancas a Syriza en caso de desacuerdos con la política del gobierno.
Pero el vicepresidente del Parlamento, Alexis Mitropoulos, advirtió que las facciones disidentes tienen un gran peso e influencia en el partido como para ignorarlos o forzarlos a transigir.
"La facción en desacuerdo es cofundadora del partido y la segunda más poderosa. No veo que estos cuadros vayan a echarse atrás, y no se los puede amenazar para hacerlos renunciar", agregó.
El rechazo trascendió a la clase política y se extendió a los gremios.
La confederación de sindicatos del sector público de Grecia (ADEDY) convocó hoy una huelga de 24 horas para el próximo miércoles, la primera que enfrentará Tsipras desde su llegada al poder, en protesta contra el acuerdo, el mismo día en que está prevista su votación en el Parlamento.
En Bruselas, el premier griego insistió en que Grecia "evitó las medidas más extremas", destacando que lo acordado es más leve que lo rechazado en el referéndum del 5 de julio y que se opuso a que los activos estatales griegos a privatizar quedaran en un fondo fuera del país.
"Cualquiera que sea la carga que tengamos que soportar, será distribuida con justicia social. Esta vez, esa carga recaerá sobre la oligarquía que llevó al país a la situación actual", cuyos integrantes la vinieron eludiendo, muchas veces "protegidos por los gobiernos precedentes".
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