"Con este narcogobierno no he tenido ni quiero tener ningún contacto", dijo el padre del estudiante identificado
"Con el gobierno no he tenido contacto ni lo quiero tener. No voy a aceptar nada de él, la verdad, porque este narcogobierno cuando los jóvenes estudian los matan, quieren ser ellos los únicos que sepan, pero vamos a seguir adelante", afirmó anoche Ezequiel Mora Chora, el padre de Alexander Mora Venancio, el estudiante normalista de Ayotzinapa capturado por la policía de Iguala y asesinado por el cartel Guerreros Unidos, según la versión de la fiscalía.
Mora Chora es un hombre humilde, un campesino rústico al que no le sobran palabras y menos en una situación tan dolorosa como la muerte de su hijo Alexander, el único de los 43 estudiantes atacados por un grupo de policías de Iguala el pasado 26 de septiembre en la ciudad de Iguala que pudo ser identificado por dos pequeños restos óseos encontrados en un basural de Cocula, una localidad cercana.
El hombre está parado junto a varios de sus hijos frente a la casa de El Pericón, un pueblo del municipio de Tecoanapa, entre las montañas del estado de Guerrero. Acaba de recibir el pésame de los compañeros de estudios y en varios casos de militancia de su hijo y está conmovido, abrazado junto a varios de sus otros siete hijos.
"Gracias a toda la sociedad que me ha brindado su apoyo, se solidarizan comigo. Gracias por todo a los maestros y a todos los grupos sociales", balbucea Mora Chora, quien acaba de recibir una ayuda monetaria reunida entre los trabajadores de la educación del estado de Veracuz, ubicado sobre la margen oriental de un México que desconoce, porque es un campesino que poco ha salido de su pueblo.
"Somos campesinos humildes, que vivimos de nuestro maíz y de nuestros frijoles, de lo que sembramos, y cuando no nos mata el gobierno nos matan los narcos, que son la misma porquería. Hemos tenido que armarnos (en autodefensas) para que no nos cobren ni nos maten", explicó a Télam Ramón García Mora, tío del estudiante asesinado.
A unos metros, su primo, Ezequiel Mora Chora, sigue de pie, recibiendo abrazos y condolencias, respondiendo las preguntas que le hace la prensa con frases entrecortadas pero que no dejan de tener sentido. "Lo que quiero es que se castigue a todos los culpables", dice cuando le hacen una pregunta retórica sobre la justicia.
"Están nomás como marranos que engordan en la cárcel, no están presos como debieran el alcalde de Iguala y su esposa, y todos esos malditos policías también. Castigo para ellos es lo que pido, nada más", dice en referencia al detenido ex alcalde José Luis Abarca, del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y a Angeles Pineda, su mujer, ambos detenidos como autores intelectuales del secuestro y posterior desaparición de los estudiantes normalistas.
"Por los 42 estudiantes que faltan no vamos a dejar de luchar, estaremos en lucha todavía. No acaba la lucha, les vamos a meter con todo, yo creo, porque esto no ha parado. Estoy amparado acá en mi casa porque me siento muy mal, la verdad, si no andaría metido con ustedes en las marchas", aseguró Mora Chora, repitiendo las palabras tantas veces escuchadas desde hace más de dos meses, cuando secuestraron a su hijo, el que estaba llamado a ser el orgullo de la familia, el que había estudiado y quería un mundo mejor.
El hombre está parado junto a varios de sus hijos frente a la casa de El Pericón, un pueblo del municipio de Tecoanapa, entre las montañas del estado de Guerrero. Acaba de recibir el pésame de los compañeros de estudios y en varios casos de militancia de su hijo y está conmovido, abrazado junto a varios de sus otros siete hijos.
"Gracias a toda la sociedad que me ha brindado su apoyo, se solidarizan comigo. Gracias por todo a los maestros y a todos los grupos sociales", balbucea Mora Chora, quien acaba de recibir una ayuda monetaria reunida entre los trabajadores de la educación del estado de Veracuz, ubicado sobre la margen oriental de un México que desconoce, porque es un campesino que poco ha salido de su pueblo.
"Somos campesinos humildes, que vivimos de nuestro maíz y de nuestros frijoles, de lo que sembramos, y cuando no nos mata el gobierno nos matan los narcos, que son la misma porquería. Hemos tenido que armarnos (en autodefensas) para que no nos cobren ni nos maten", explicó a Télam Ramón García Mora, tío del estudiante asesinado.
A unos metros, su primo, Ezequiel Mora Chora, sigue de pie, recibiendo abrazos y condolencias, respondiendo las preguntas que le hace la prensa con frases entrecortadas pero que no dejan de tener sentido. "Lo que quiero es que se castigue a todos los culpables", dice cuando le hacen una pregunta retórica sobre la justicia.
"Están nomás como marranos que engordan en la cárcel, no están presos como debieran el alcalde de Iguala y su esposa, y todos esos malditos policías también. Castigo para ellos es lo que pido, nada más", dice en referencia al detenido ex alcalde José Luis Abarca, del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y a Angeles Pineda, su mujer, ambos detenidos como autores intelectuales del secuestro y posterior desaparición de los estudiantes normalistas.
"Por los 42 estudiantes que faltan no vamos a dejar de luchar, estaremos en lucha todavía. No acaba la lucha, les vamos a meter con todo, yo creo, porque esto no ha parado. Estoy amparado acá en mi casa porque me siento muy mal, la verdad, si no andaría metido con ustedes en las marchas", aseguró Mora Chora, repitiendo las palabras tantas veces escuchadas desde hace más de dos meses, cuando secuestraron a su hijo, el que estaba llamado a ser el orgullo de la familia, el que había estudiado y quería un mundo mejor.
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